La prehistoria
La prehistoria de la televisión abarca un amplio período que se extiende desde finales del siglo XIX hasta 1935. En este período un puñado de investigadores en los países tecnológicamente más avanzados (EEUU, Gran Bretaña, Francia, Alemania) buscan transmitir imágenes a distancia: la televisión. Como ya se había logrado con el sonido, se trataba de captar imágenes utilizando una cámara, transmitir esas imágenes a través del aire y recibirlas en un aparato receptor a cierta distancia de donde originariamente se habían captado.
Como afirman los investigadores franceses Pierre Albert y Andre-Jean Tudesq (2001) en su clásico libro Historia de la radio y la televisión, la televisión es el resultado de la conjunción de tres series de descubrimientos: los referidos a la fotoelectricidad, los referidos a los procedimientos de análisis de fotografías transformadas en líneas de puntos claros u oscuros, y, por último, los que han permitido utilizar las ondas hertzianas para la transmisión de las señales eléctricas correspondientes a cada punto de una imagen.
La televisión mecánica, el primer modelo en funcionar, se basó en el disco de Nipkow mediante el cual una imagen era explorada mecánicamente por un haz luminoso que repercute en una celda fotoeléctrica produciendo una corriente eléctrica variable. Este modelo tuvo a su gran defensor en el escocés John Baird, quien una vez creada la primera compañía de televisión del mundo (Televisión Limited, 1924), obtuvo dos años después una licencia experimental. Y un tiempo después, el 10 de septiembre de 1929, Baird -en colaboración con la British Broadcasting Corporation (BBC) de Londres- comenzó con emisiones de prueba.
Por su parte, la televisión electrónica se basó en el inoscopio (un aparato capaz de “traducir” imágenes en señales electrónicas), creación del científico ruso-norteamericano Vladimir Zworykin trabajando en la compañía estadounidense Radio Corporation of America (RCA) hacia finales de los años 20. Así, en 1931 la RCA colocó una antena emisora en la terraza del Empire State Building, el edificio más alto de Nueva York, y comenzó con sus transmisiones experimentales.
El nacimiento
Frente a la competencia entre los modelos de televisión defendidos por Baird y por la EMI, el Gobierno británico decide nombrar una comisión investigadora para definir la posición del Estado en materia televisiva. En enero de 1935, dicha comisión adoptó una definición mínima de 240 líneas y 25 imágenes por segundo de forma que el sistema mecánico quedaba relegado frente a la calidad de las imágenes electrónicas. Casi dos años más tarde (el 2 de noviembre de 1936), la BBC comenzó sus transmisiones desde los míticos estudios londinenses de Alexandra Palace.
Hacia mediados de la década de 1930 gobiernos y compañías televisivas de los países tecnológicamente más desarrollados se decantan por la televisión electrónica, al tiempo que las transmisiones tienden a regularizarse y a crecer en las principales urbes (Londres, Berlín, París, Nueva York).
En los EEUU -pese a la temprana apuesta por la vía electrónica- el desorden fue moneda corriente: las definiciones técnicas de la televisión variaban año a año (de 240 líneas, en 1933, a 525 líneas, en 1941). La primera emisora en establecer un servicio regular fue la National Broadcasting Company (NBC), subsidiaria de la RCA, en marzo de 1939; sin embargo, el organismo regulador de la radio y la televisión, la Federal Communications Commission (FCC), sólo autorizó la televisión comercial en 1941.
En Francia, donde diversos equipos de especialistas venían trabajando desde finales del siglo XIX en la puesta a punto del nuevo medio, fue René Barthélemy quien instaló (abril de 1935) un estudio de televisión en la parisina Escuela Superior de Electricidad y utilizó la Torre Eiffel como soporte de la primera antena emisora. En pocos años (1935-1939) los franceses adoptaron el sistema electrónico.
Alemania es otro país donde la actividad en torno a la televisión fue intensa. Ejemplo del avance en materia televisiva experimentado entonces, fue la retransmisión en directo de los Juegos Olímpicos de Berlín 1936. La recepción de las emisiones tuvo lugar en lugares públicos: “teatros” con capacidad para 50 personas y pantallas de cerca de dos metros de diagonal (Palacio, 1992). Hacia 1937 los alemanes perfilaban su propio sistema electrónico de televisión con una definición de 441 líneas.
Algo más rezagados en el liderazgo televisivo se encontraban Italia (en 1941 tenía una televisión experimental de 441 líneas) o la URSS (adoptó un sistema electrónico de 343 líneas hacia 1937).
Pese a las fuertes inversiones económicas de la industria de la radio estadounidense (sólo en investigación y compra de patentes la RCA invirtió 9 millones de dólares durante 1930-39) y de los Estados británico y alemán, la ausencia de una producción industrial de aparatos receptores lastraba el desarrollo de la televisión. Fue en Gran Bretaña en 1937 y en los EEUU en 1939 cuando tuvieron lugar las primeras fabricaciones en serie de aparatos para uso doméstico-familiar.
Sin embargo, los avances en materia televisiva experimentados entonces se vieron congelados y las transmisiones en Europa suspendidas ante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Así, por ejemplo, en septiembre de 1939 la BBC decide interrumpir sus 14 horas semanales de programación a partir de la declaración de guerra del Gobierno británico a Alemania. En tanto que, en los EEUU, país que en 1941 contaba con cerca de cinco mil aparatos y las primeras quince licencias de emisoras comerciales, el Gobierno prohibió la fabricación de televisores orientando los recursos de la industria electrónica hacia la Guerra en curso.
Un nuevo comienzo
Concluida la II Guerra Mundial, Gobiernos y los sectores industriales ligados a la televisión (compañías emisoras y fabricantes de aparatos receptores) volvieron su mirada a la pequeña pantalla en un contexto de recuperación social, económica y tecnológica. Por entonces, en muchos países europeos fueron frecuentes las pruebas públicas de televisión con la finalidad dar a conocer el nuevo medio. Así, en España, la empresa holandesa Philips y la corporación estadounidense RCA organizaron en 1948 sendas exhibiciones públicas de televisión en Barcelona y Madrid respectivamente.
En Gran Bretaña, la emisora pública BBC remozó sus instalaciones y volvió a transmitir imágenes a mediados de 1946. A este nuevo comienzo le siguió un desarrollo lento y constante: sólo en 1960 se completó la cobertura de todos los rincones de las islas, y en 1962 se contabilizaron cerca de 12 millones de televisores.
En Francia, si bien las tropas de ocupación nazis pusieron nuevamente en funcionamiento los estudios parisinos hacia 1943, los pocos telespectadores franceses de entonces pudieron disfrutar de doce horas semanales de programación regular del primer canal público recién en el otoño de 1947; con anterioridad, las fuerzas políticas francesas habían promulgado la nacionalización de radiodifusión gala.
En el lado occidental y capitalista de una Alemania derrotada y dividida en dos, los Aliados impusieron a la radio y televisión alemana la descentralización por länder, dando lugar a uno de los sistemas federales más complejos del mundo. En diciembre de 1952, la Nordwest Deutscher Rundfunk fue la emisora pionera de este nuevo comienzo.
Del otro lado de “la cortina de hierro”, los estudios de Moscú volvieron a poner imágenes en el aire de forma irregular a partir de mayo de 1945 para, finalmente, regularizar las transmisiones a partir de 1948.
En los EEUU el crecimiento económico de posguerra tuvo su correlato en el crecimiento del número de emisoras, horas de programación y televisores en los hogares. Algunos de los programas creados en ese entonces se revelarían clásicos con el paso de los años (por ejemplo, El show de Sullivan o Martín Kane, detective privado). Por su parte, la FCC, estableció en 1947 la normalización técnica de todas las emisiones televisivas, lo cual dio lugar al reinicio de la expansión del medio por todo el país.
A medida que los servicios de televisión se regularizaron fueron ganando fervorosos televidentes allí donde comenzaban las emisoras y estableciendo un novedoso equilibrio en relación a los otros medios de comunicación de masas (prensa, cine y radio). Asimismo se perfilaron dos modos diferenciados de entender la televisión en Occidente: mientras que en los EEUU, y luego en Iberoamérica, la industria televisiva se asentó en redes de empresas privadas y comerciales en competencia (cuyas cabeceras eran la ABC, la NBC y la CBS), en la Europa del Oeste de posguerra la reconstrucción implicó la construcción de fuertes sistemas públicos y nacionales de radio y televisión.
Su expansión
Los años 50 han sido calificados por muchos analistas como aquellos del “gran salto de la televisión en el mundo”, puesto que es entonces cuando los servicios regulares de televisión se extendieron gradualmente por las grandes urbes del mundo.
Así, por ejemplo, México y Brasil contaron con una programación regular a partir de 1950; Holanda y Argentina, al año siguiente; Italia, Alemania Oriental y Venezuela, hacia 1952; Bélgica, Dinamarca, Polonia, Checoslovaquia y Canadá, en 1953; Austria, Luxemburgo y Mónaco, en 1955; España y Suecia, en 1956; Portugal, un año más tarde; y, Suiza, Finlandia, Yugoslavia, Hungría, Rumania y China, en 1958.
En la gran mayoría de los casos la cobertura geográfica de las televisiones era muy pequeña (de carácter local diríamos hoy día), y eran pocas las horas del día en que se transmitían imágenes. Asimismo, la presencia del televisor en los hogares no estaba extendida; a cambio, distintos lugares públicos -como los bares- servían de escenario de encuentro a los telespectadores.
Frente a este panorama, gobiernos y empresarios dedicaron esfuerzo e imaginación, a construir redes nacionales de televisión hertziana. Para ello se instalaron nuevas emisoras, postes repetidores y líneas de cables. Las grandes distancias y los accidentes topográficos debían rendirse ante un sistema planificado.
Por ejemplo, en Francia, el Gobierno lanzó, en 1954, un plan nacional quinquenal que contempló el emplazamiento de 45 transmisores de televisión. El plan tuvo su razón de ser en el bajo porcentaje de hogares con televisor (en 1953, sólo 60.000 aparatos) y en la falta de cobertura de todas las regiones del “hexágono”.
Sin embargo, un país se destaca por la conformación de una poderosa industria televisiva: EEUU. Hacia 1952 se calcula que unas 108 emisoras estadounidenses alimentaban las pantallas de unos 21 millones de televisores.
Al ritmo que crecía el número de emisoras y televisores se disparaba la publicidad que explotaba este nuevo medio. Las cifras son reveladoras: de una inversión publicitaria de un poco más de 10 millones dólares, en 1950, se pasó a 1.500 millones, en 1960. A comienzos de los años ’50 la diferencia entre los EEUU y el resto de los países desarrollados era notoria. Durante los primeros meses de 1952, en Gran Bretaña sólo se habían vendido 1,2 millones de televisores, en Francia cerca de 10.558, y en la entonces Alemania Federal apenas se contabilizaban tan sólo 300 aparatos.
El encanto de la televisión comenzaba a causar furor en otras culturas. En Japón, la televisión pública, la NHK (Japan Broadcasting Corporation), comenzó a operar en 1953 y al año siguiente hizo lo propio la primera estación comercial.
Un importante avance técnico registrado fue la incorporación del color a las transmisiones televisivas. Las grandes compañías estadounidenses fueron las primeras en proponer un sistema de televisión color: el NTSC. Con la aprobación de la FCC, EEUU se convirtió, en 1953, en el primer país en contar con televisión color. Hoy el NTSC está en funcionamiento en los EEUU, Canadá y Japón, entre otros países.
Posteriormente en Europa se puso en marcha una serie de investigaciones para perfeccionar el sistema estadounidense. Los resultados de éstas dieron lugar a dos sistemas de televisión color. En 1959, el Gobierno galo puso en marcha un sistema denominado SECAM; mientras que en Alemania Telefunken- ideó el sistema PAL (en 1963. Así las cosas, como indican Albert y Tudesq (2001), “en los años 1962-1965, los países de Europa no supieron elegir un sistema único y hoy en día, si el PAL ha ganado el mercado de los principales países europeos occidentales, el SECAM se ha impuesto en los países del Este, en numerosos países del cercano Oriente, en algunos países de América Latina y en África francófona”.
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